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miércoles, 2 de noviembre de 2011

La defensa de tres del Barça: menos es más

Una de las principales virtudes que tiene Pep Guardiola como entrenador es la de adelantarse a los acontecimientos, prevenir los futuros problemas que puedan aparecer. Conocedor como nadie de los defectos de la filosofía barcelonista, cada temporada reinventa a su equipo y le introduce nuevas variantes. En parte, claro está, para no ser tan previsible —pocos equipos son tan estudiados por sus rivales— pero también porque sabe que el principio del fin del imperio blaugrana, como de cualquier otro, nacerá en su interior: el día que el Barça se acomode en su excelencia, el día que crean que no hay nada que mejorar, comenzará su declive.

En su segundo año, tras haber ganado el triplete en su debut como entrenador de élite, se reinventó a Messi como falso delantero centro, sacándole de la banda y colocándolo entre los jugones y la portería rival. Acertó de pleno: desde entonces, Messi ha ganado dos balones de oro y nadie duda de que el próximo mes de Enero le otorgarán el tercero consecutivo, algo que sólo ha consguido Michel Platini (años 83, 84 y 85). Tras haber ganado su tercera liga consecutiva y su segunda champions en tres años, Guardiola llegó a la conclusión de que para seguir manteniendo la tensión competitiva, su equipo precisaba un cambio radical o, para ser más justos y exactos con la realidad, un salto evolutivo considerable.

El de Santpedor, trabajador y obsesivo como pocos, debió repasar todos sus libros durante el verano y acabó llegando a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era volver al comienzo de todo: el 3-4-3 de La Naranja Mecánica de su amigo y maestro Johan Cruyff. Pep Guardiola comprendió que el desafío que le debía proponer a sus jugadores tenía que ser lo más apasionante y retador posible. El más difícil todavía: reeditar sus éxitos con un estilo aún más ofensivo y arriesgado, un defensa menos y un jugón más.

El rendimiento no puede ser más sorprendente atendiendo a los tiempos que corren en el fútbol. Exceptuando el partido de anoche contra el Viktoria Plzen, en el que retomó la defensa de cuatro hombres gracias a la recuperación de Piqué y Puyol —que no jugaban juntos desde hace meses—, el Barça arrancó sus ocho partidos anteriores con una defensa con sólo tres zagueros. Resultado: el Barça sólo recibió siete tiros entre los tres palos en ocho encuentros, entre los cuales, en cuatro de ellos Valdés no tuvo que hacer ni una sola parada. Todo ello, además, jugando con un trío defensivo en el que ninguno de sus componentes es un central natural, siendo el trío formado por Abidal-Mascherano-Alves el más utilizado.

El lateral brasileiro ha asumido un nuevo rol en el equipo, sacrificando su propio estilo ofensivo por un mayor rigor defensivo, algo que ya viene haciendo desde el curso pasado. Y de Mascherano, ¿qué decir? El Jefecito llegó a Barcelona asumiendo su rol secundario y aceptando (y alabando) la superioridad de Busquets en cuanto a sus capacidades para ser el pivote defensivo del equipo. Pero las lesiones en el centro de la zaga durante la pasada temporada (un mal endémico en la Era Guardiola) le dio a Pep la oportunidad de descubrir las grandes virtudes de Mascherano como central; tanto es así que hace menos de una semana llegó a calificarle como el mejor central que tenía actualmente en la plantilla.

En definitiva, Pep Guardiola va a contracorriente de lo que sus compañeros de profesión vienen haciendo desde hace décadas. Quien más quien menos acude a la acumulación de zagueros cuando necesita mejorar su rendimiento defensivo y, consecuentemente, no es extraño ver cómo muchos entrenadores echan mano de la defensa de cinco para contrarrestar los diferentes problemas que puede sufrir la defensa habitual de cuatro hombres. Guardiola no, Guardiola está hecho de otra pasta, va por delante, como si fuera un entrenador que ha venido del futuro para enseñarnos a todos que otro camino es posible. Su zaga de tres, lejos de provocar problemas en el entramado defensivo, ha mejorado el rendimiento global de su equipo. Defienden tan bien que Valdés superó anoche el récord de imbatibilidad que ostentaba Miguel Reina desde hace más de treinta años. No cabe duda: con Guardiola, menos es más.


Fuente: www.notasdefutbol.com

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